18 febrero 2013

She

I

Él tenía 9 años cuando la vio por primera vez, era un niño pequeño en un colegio que solo llevaba siendo mixto no más de un año. Ella, un niña risueña, alegre y un poco llevada a sus ideas.
Todas las mañanas, el furgón lo pasaba a buscar a él y luego a ella, porque vivían a tan solo un par de casas, pero en poblaciones distintas. Ambos, dos personitas individuales que tenían sus propios problemas en casa, pero la inocencia los hacía disimular.
Él de apoco empezó a sentir cosas por ella, su pelo ondulado, sus ojos pequeños al reír  su voz y que ambos veían cada capitulo nuevo de Los Simpsons que salía en el 13 y que daban ahí por las 7 de la tarde, todo eso hizo qué el sintiera algo como un amor sincero.

Él un día llegó alardeando sobre un lápiz nuevo que se había comprado, era un portaminas simple de color blanco y amarillo, a ella le fascinó y también quiso uno, él como un buen caballero se ofreció para ir a comprarlo ya que ella era muy pequeña para salir sola de su casa. Así al día siguiente él salio solo de su casa con 350 pesos en su mano y compró el mismo portaminas solo que de color celeste en vez de amarillo., Al llegar a su casa confesó con vergüenza a su mamá que no era para él, era para su amiguita del furgón y como vivían cerca quería ir a dejarlo a su casa, su mamá sonrió de manera picarona al darse cuenta que su retoño sentía cosas por una niñita. Él desistió porque su timidez era más grande que el amor que sentía por ella y se lo entregó al otro día cuando subiría nuevamente al furgón.

El tiempo pasaba y seguían comentando las travesuras de Bart, su mamá sabía que a él le gustaba y cuando se enteró que ella iba en 1º Básico le dijo con ternura "Están muy chicos, se llevan por dos años, quizá cuando vayas en 4º medio y ella en 2º puedan tener algo". Esa idea se impregnó en lo más profundo de sus psiquis.

De a poco ambos se fueron distanciando a medida que crecían  aunque a veces él corría apresurádamente al furgón solo para verla. Incluso una vez, cuando el tenía 10, iba todas las noches a una feria navideña que quedaba cerca de la casa de su abuela solo para jugar con ella, ya que la mamá de ella tenia un puestito ahí. Pasaron cerca de 2 años y ella dejó de irse en el furgón, él la olvidaba un poco más a medida que crecía y se iba juntando con otras chicas de su colegio, aunque eso no evitó que siguiera yendo a las ferias navideñas durante un par de años consecutivos solo con el fin de encontrarla por casualidad....

Años y años transcurrieron, crecieron juntos en el mismo colegio, pero ignorándose al punto que ninguno se veía en los recreos, su mente estaba demasiado ocupada para poder verse el uno al otro. Llegaron nuevos amigos, amigas, amores y profesores, nunca volvieron a tener algo en común, a pesar que algunas veces él coincidían los colectivos que tomaban. Una vez se fueron juntos, él estaba más grande y le miró las piernas de reojo, tenía muchos pelitos lo que le causo disgusto, él recuerda que ella lo miraba con cara de indiferencia, él recordó que le gustaba pero que no solía recordarla tan amargada y pesada. No cruzaron palabra alguna en todo el camino a pesar que eran buenos amigos, ella dijo "permiso" al bajar, él se sorprendió al escuchar su voz, era exactamente la misma solo que un poco más grave, vio como se bajaba y luego volvió a mirar por la ventana; así sucedió una o dos veces.

II

Las cosas fueron cambiando, los cuerpos, las mentes, las materias, los profesores ahora tenían pelás en la cabeza, los amigos tenían pololas y los labios ya habían sido besados.
Era el año del fin del mundo, bueno para algunos, ya que se venía la PSU y los nerviosismos eran altísimos  menos para él porque nunca se ha tomado nada en serio y menos ahora que venía saliendo de una relación que él consideraba buena pero que había terminado muy tragicamente. Era Julio y no encontró nada mejor que hacer para distraerse que meterse en el tema del Aniversario del su colegio haciendo los videos para su alianza, el bichito del ocio le había picado en su creatividad.

Quedaban dos días para entregar el video y como buen chileno no tenían casi ni una mierda hecha. Él junto a su mucho-más-moreno amigo del CEAL se metieron a una sala de un 2º Medio a grabar el video que faltaba. Estaban en eso, imitando comerciales de moda para creer que harían hacer reír al publico cuando golpearon decididamente la puerta. El moreno amigo abrió la puerta y detrás de ella, una chiquilla delgada, blanca, media pecosa y de rulos pidió, exigió con firmeza que desocuparan la sala que era de ellos, el 2º A. El moreno amigo sin oponer resistencia, a pesar que la sala si correspondía a nosostros y que tenía cierta autoridad por ser del Ceal, abandonó la sala junto con él. A las afueras de la sala, un grupo de niñas miraban con ojos de burla aquel suceso, pero algo le era familiar a él, un rostro, el mismo rostro de hace 9 años, ella lo miro riéndose de la situación y él en un arrebato de hiperventilación le gritó con un tono de humillación finjida y humoristicó mientras la miraba a los ojos con falsos ojos llorosos: "¡No eras así cuando te ibaí conmigo en el furgón!", a lo que su moreno amigo cumbiero contesto una interjección para enfatizar la situación haciendo que todas las chicas se rieran, todas excepto ella que se le quedó mirándolo.
Luego él, su amigo cumbiero llegaron al lugar con una persona del CEAL que tenía mucho mayor autoridad y menos empatía, por lo que las chicas tuvieron que desalojar el lugar. Por un instante él miró a ella mientras se iba quien sabe a donde, luego se enfocó en el video, quedó fome, grabó un par de tomas más y se fue para la casa, le quedaba una larga noche de postproducción sazonada con cafe de mala calidá.

Eran cerca de las 2 de la mañana de ese mismo día, llevaba harto trabajo y para distraerse revisó quien estaba conectado en el Facebook. La sección de chat estaba casi vacía, pero ella estaba conectada. Recordó el incidente de la tarde y le habló. Le preguntó que hacía tan tarde conectada y ella le respondió que hacia un trabajo de química. Así ambos se entretuvieron mientras hacían sus deberes, aliviando sus tareas y haciendo de la noche algo más placentero. Eran las 4 y se despidieron cariñosamente, él seguiría despierto hasta las 6 de la mañana. Al otro día no asistiría a clases debido a la falta de sueño y tiempo para los videos, pero durante la noche ambos conversarían sobre la vida y la Noche Seminarista donde ella tenía que bailar, como también donde él debía presentar sus videos.

Y llegó esa noche, él pensaba en compartirla con ella, de hecho fue casi la única razón por la que fue, eso y que se podría ahogar en el alcohol más tarde, pero ella no podía porque debía ensayar para el baile que venía.
De repente él vio como ella subió al escenario, no era la más bonita de todas, pero su atención se fijó en ella. Vio sus pies descalzos y sus movimientos caribeños, vio como sus curvas se movían al compás de una buena coreografía, vio como recuerdos de la infancia viajaban más de 9 años para volver a salir a través de sus poros.
A él nuevamente le gustaba ella.

Y las noches siguieron, y las largas conversaciones nocturnas con ello. Ella le confeso que cuando era pequeña él le gustaba, él sorprendido le confeso lo mismo con cierta timidez. El amor ya se sentía entre ellos. En el colegio, durante la semana de Aniversario ella le dejó un beso marcado en la mejilla antes de irse a bailar, él no se lo borró en las siguientes 3 horas mientras estaba en el salón de artes jugando play con su amigo y profesor de ingles. Al día siguiente ella se acercó a él y violentamente le regalo el chupete que ella estaba comiendo. Esa noche nuevamente conversaron y ella le comentó que aun vivían cerca, él le pregunto con soltura si se podían ver el viernes en la tarde a lo que ella asintió.

Eran cerca de las 8, hacía frío y él estaba arreglado, tanto porque iba a salir más tarde, pero escencialmente porque la vería a ella. Salió de su casa con su chaqueta de cuerina que le hacía aparentar mayor, camino lentamente hacía su encuentro, en su interior sentía unos revoltijos de nerviosismo e impaciencia como sabiendo lo que iba a suceder y él quería que sucedieran. Quizá podría realizar al fin su sueño de pendejo.
A lo lejos vio como una silueta blanca lo esperaba sentado en una banca de una plaza improvisada, ella estaba revisando su celular.
-Hola- dijo con falsa seguridad.
Ella respondió de vuelta con un cálido beso en su mejilla y preguntó si se iban a quedar ahí.
-Bajemos a la otra plaza, es más grande- A él le fascinaba la idea del pasto, le encantaba el verdor.
Ella dijo algo de su ex, pero él lo ignoro y no prestó atención. Conversaron en el camino sobre cosas triviales en un caminata que pareció más larga de lo normal. Sus corazones latían aritmicamente entre ellos.

Llegaron a una banca y se sentaron dando la espalda al mar, él sentía esas mariposas en su estomago y la miraba con ternura, su pelo desordenado, sus ojos pequeños, sus cachetes redondos y sus labios pequeños, todo seguía ahí como hace 9 años, además su sonrisa era adornada por unos lindos brackets relucientes. Todo era perfecto. Ella se fijó que la miraba a los ojos, le dio vergüenza y se volteo dándole la espalda a él. Él la abrazó y la rodeo con sus brazos sin fuerza alguna, acercó su rostro a su cuello y olio su pelo, busco su rostro pero ella se negaba. Ella movió su cabeza hacia atrás y el aire frío paso a través de ellos en una fría noche de invierno. Él no se dio por vencido y busco su rostro una vez más. Ambos corazones estaban latiendo muy fuerte y rapidamente, ambos corazones empezaron a buscar una sincronía común a medida que sus labios se acercaban el uno al otro.

Él la besó.
Ella lo aceptó y cerró sus ojos.
Al terminar ambos rieron.
-Siempre quise hacer esto.
Ella lo miró con sus ojos cafes y se besaron nuevamente.

Así estuvieron un rato hasta que se hizo demasiado tarde para ella. Caminaron por el mismo sendero por el que habían bajado, de pronto algo mágico sucedió  ella desenvolvió su mano de entre su cálido bolsillo para buscar abrigo en la mano de él. Él, sorprendido, le preguntó por qué lo hacía.
- Si querís no lo hago entonces- respondió ella con voz fuerte.
-No, me gusta, es que algunas personas no te dan la mano hasta que tiene algo más serio- Respondió él con timidez.
Ambos caminaron juntos dándose besitos mientras caminaban de la mano, él imaginaba que aun eran los amiguitos del furgón de hace 9 años atrás.

III

Pero siempre hay un pero, es que él no era tan feliz como esperaba. Tenía las expectativas muy altas debido a que venía saliendo de una relación que él consideraba casi perfecta y ella era todo lo contrario a lo que él buscaba. Y a pesar de qué ya llevaban 1 semana y media juntos el no se acostumbraba a ella y su forma de ser. Su carácter fuerte, su actitud dominante y su personalidad extrovertida eran todo lo contrario a una chica tímida  tierna y extremadamente cariñosa que él esperaba. Él le hizo saber que no esperaba que ella cambiará y que era mejor estar separados. 
Y lo hicieron.
Y ella le mintió cuando dijo que no importaba y que iba a estar bien.
Y él no dejó de pensar en ella durante los próximos 12 días.

Él se dio cuenta que no podía estar sin ella y volvió como el perro arrepentido que era, ella fingió que no lo aceptaba ya que su orgullo de mujer era mucho más grande que lo que sentía por él.
Un día él la invito a caminar después del colegio, le rogó que volvieran, ella no respondió, a él le cayo una lagrima, la misma que le ablandaría el corazón a ella:
- Si no quisiera estar contigo, no estaría aquí contigo....- dijo ella mirándolo.
Él levanto el rostro y se acercó, la abrazo y la besó:
- ¡Hey! Aun no hemos vuelto- dijo ella interrumpiéndolo.
Pero lo hicieron y hasta hoy han durado 6 meses juntos y por dios y todo lo que es bueno, juró que ellos nunca, nunca han peleado ni discutido, se han enojado si, pero ella no resiste más de 30 segundos enojado con él y a él le es imposible enojarse con ella.
Incluso a los profesores les parecía bueno su amor, ella era una chica inteligente y él era un buen chico. Nadie tenía nada contra ellos.

Así pasó el tiempo, el mismo invierno los había juntado para darse calor él uno al otro. Almas solitarias salidas de familias disfuncionales con padres separados, almas que en vidas pasadas fueron gatos y que en la próxima lo volverían a ser, almas que hace 9 años compartían un portaminas y que ahora no solo compartían besos y abrazos. Eran felices, más de lo que habían sido en mucho tiempo. Ella subió las notas y él ya no pasaba por sucesos depresivos que le acongojaban. No compartían casi nada en común, pero eran felices, amaban a los gatos y acostarse a ver tele o escuchar radio mientras se prometían amor eterno escuchando la Rock & Pop.
Disfrutaban de pequeñas cosas como rodar en la cama y hacerse cosquillas, aunque ella odiaba que lo hicieran, era feliz porque él sonreía y era feliz.

III

Es el 2013, estamos en Marzo y él debe partir lejos para cumplir sus sueños. Lo espera la gran Capital, pero en el fondo de su ser él no quiere irse. Ella lo mira desde el otro lado de la ventana del bus, su mamá también lo mira pero a él no le importa. Él piensa en los últimos días que no pudieron disfrutar como querían debido a que ella estaba castigada por verlo mucho, el castigo era no verlo tanto y, paradojicamente, ahora lo vería mucho menos. Él aguanta el llanto, pero las lagrimas bajaban incluso por su nariz. 
Ella empieza a llorar cuando el motor del Bus se enciende y él no aguanta más el llanto. Esto le recuerda una vez que los papeles estaba cambiados y él la veía desde abajo del bus, esa vez él lloró todo el camino a casa desde el centro (y se fue caminando), incluso lloró las 5 noches siguientes. Por su lado ella lloró los dos primeros días que viajo en el bus, el resto solo estuvo triste.
Ahora es diferente, ahora no se verían en semanas e incluso meses, él se perdería su cumpleaños y a pesar de que no terminarían, 500 Km son demasiados para que se pudieran ver todas las noches.
Las lagrimas caían desconsoladamente a través del rostro de él, iba sentado solo y no tenía quien lo consolará a su lado. Ella estaba sola en el terminal ya que la mamá de él nunca la pescó mucho. Ambos corazones latían rápidamente. 
Los sollozos se hacían más fuertes y una señora al interior del bus le pregunta a él si está bien. Él le miente.

El bus parte, la mano mojada de él ensucia el vidrio como queriendo llevársela a Santiago. Ella se lleva las manos al rostro. A medida que se alejan los ojos de ella se achican aun más, haciendo que parezcan luces a lo lejos, luces que iluminan con tristeza.

El celular de él suena, es un mensaje de ella, "Si tu eres feliz, yo soy feliz". Era el mismo mensaje que le había enviado él el día que ella se fue a Brazil. El celular de ella suena entre el llanto y los motores. "Yo soy feliz a tu lado".

Nadie lloró por ellos ese día. No llovió para decir que La Serena se entristeció por ellos. Eran dos gatos de chalé que eran separados él uno del otro a pesar que no querían. Se separaron en la promesa que se volverían a encontrar alguna vez en algún metro de Santiago, donde ambos se mirarían y sonreirían y lo volverían a intentar de nuevo. Querían tener gatitos y 2 o 3 hijos, él haría el aseo de la casa mientras ella trata a sus pacientes en la Clínica. Pero de acá hasta allí hay años de separación, años que se representan en la distancia que ahora los separa.

Por desgracia esta no es una historia inventada por la mente de un escritor, él se llama Nicolás y ella, Francisca.
Fuimos felices, somos felices y espero que sigamos siendo felices.Y qué algún día podamos envejecer junto a nuestros nietos, acariciando gatos, nuestros gatos.


To die by your side, is such a heavenly way to die.