¡Empezó señores!
De a poco las trompetas del Señor
anuncian como abandonará a sus maltrechos hijos,
copias baratas de un padre ausente.
La ciudad entera brama como un cordero degollado,
desangrándose a través de las alcantarillas.
Este es el final,
los tentáculos de nuestro salvador descienden del cielo
para estrangular de fe a sus fieles.
Mi amigo,
tu biblia no te salvará del castigo de tu propia fe,
sentado allá arriba viendo al mundo arder,
regocijándose entre cantos gregorianos,
haciéndote vivir en la ilusión del paraíso.
No hay tal cosa,
solo un vació desolado en el universo.
¿No lo entiendes?
No somos más que un mal chiste.
Le gusta vernos sufrir.
Le gusta vernos enterrados,
atrapados en madera podrida
6 metros bajo tierra.
¡Empezó!...