10 septiembre 2014

Septiembre, nada que celebrar.

Septiembre, es un mes de dolor. Hace más de 200 años un puñado de aristócratas decidió mantener lealtad al rey cautivo, hace más de 40 años un grupo de aristocratas traicionó la libertad, pero pichula, ¿qué importa el dolor, la opresión? Ahora vivimos libres, libres de curarnos, libres de comprar banderas de plástico, libres de escuchar el mismo disco de cuecas predeterminadas año tras año, libres de recordar a nuestros ancestros en un documental de domingo en la tarde que nadie ve, porque somos libres de poner una bandera por obligación, porque sino hay multa, porque esa es la libertad que tanto habla.

Hablo desde el odio y la pena, provocados por los actos de un grupo de personas extasiadas en poder y no entiendo como es que aun así festejamos, y nos curamos y celebramos con excesos el vivir en opresión con ideas impuestas a la fuerza. "¿Pero pa' qué tan amargado si las cosas ya están hechas?" Claro, vivamos felices y honremos a un país que nos maltrata con transporte, con mala salud y sin una educación, porque la única forma de triunfar en este país es con suerte y algo de plata, porque nos enseñan desde niños a matarnos los unos a los otros por ser le mejor, la competencia como opción de vida. Curémonos, porque hay que olvidar que pasamos 12 años estudiando para pasar 5 años más haciendo lo mismo, para que al final no haya final porque salís trabajando ganando menos de lo que invertiste para ser alguien dentro del sistema. Volémonos, porque hay que estar tranquilo mientras afuera se violenta al que toma la decisión de hacer algo contra esta mierda.

Y así nos hacemos llamar chilenos con orgullo, gritamos a viva voz el canto nacional, levantamos la frente y miramos con altanería a los que no son como nosotros solo por vivir un poco más allá. Y festejamos, como cabros chicos, porque todo el mes de Septiembre es como el cumpleaños del pariente enfermo terminal, el día que todos los familiares lo van a ver se acuerdan de los momentos felices, pero que el resto del año lo dejen abandonado en su cama oxidada, solitario, cagado y meado. Porque Chile fue sodomizado, ultrajado, descuartizado y aun así asistimos a su cumpleaños como si nada hubiera pasado, caras de raja, porque fuimos nosotros mismos lo que le hicimos eso.
La gente me pregunta porque vivo enojado, y les pregunto de vuelta si están orgullosos de vivir en un país donde tanto se habla de libertad pero te obligan a poner una bandera afuera de tu casa, un país donde erís libre de tener miedo, donde eris libre de pagar un tercio del sueldo mínimo en pasajes, donde eris libre de elegir el que te va a robar la plata en tu pensión al final de tu vida. Festejemos que estamos en primavera quizá, pero jamás festejemos que vivamos en esta mierda de país.

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